En nuestro artículo anterior explicamos por qué es importante aprender a transformar los conflictos, las características de estos, la diferencia entre transformar y resolver y la forma en la que podemos impactar positivamente en nuestras relaciones si los vemos como una oportunidad de cambio.

¿Cómo se logra todo esto? No existe una fórmula mágica ni un paso a paso universal. Los conflictos son diferentes y su naturaleza cambia según el contexto, haciendo imposible tener una única solución.

Pero si podemos aprender herramientas que nos ayuden a gestionarlos correctamente y a partir de las cuales se pueda construir una transformación efectiva y real frente al conflicto.

Lyda Molina cofundadora de Otra Escuela y educadora por la paz

La evasión no es una solución

Según Paco Cascón, especialista en educación para la paz, existen distintas posturas frente al conflicto: competencia, sumisión, colaboración y evasión.

La evasión no transforma los conflictos

Frente a un conflicto, las personas tomamos diferentes posturas. La evasión, la más frecuente, puede ser positiva al inicio para calmarnos, pero nunca debemos usarla como solución definitiva o recurrente.

Resulta cómodo emplear la evasión al principio de un conflicto para tranquilizarse y no acrecentar la inconformidad o indisposición. Esta pausa temporal puede incluso ayudar a evitar reacciones violentas. Hasta este punto la evasión puede considerarse una buena herramienta.  

Pero alejarse del problema por completo y no intentar dialogar después, solo hará que se vuelva más y más grande, porque “el conflicto no se va a solucionar mágicamente si yo lo evado” (Lyda Molina, cofundadora de Otra Escuela). 

Por esto es importante afrontar y transformar los conflictos que se presentan en nuestra cotidianidad. Reconociendo primero cuál es la situación, qué sentimientos está generando en mí y en la otra persona y por medio del diálogo buscar soluciones compartidas que permitan llegar a un acuerdo y cambio de actitud.

3 herramientas para transformar conflictos

1. Comunicación no violenta

La mala comunicación e incluso la ausencia de ella durante un conflicto solo lo acrecienta; y por lo general también implica una falta de escucha en la que se habla culpando al otro.

Por esto aprender a comunicarnos no violentamente es fundamental en un conflicto; para esto primero se debe “reconocer la situación, saber que me genera a mí” (Lyda Molina), para luego expresarlo a la parte implicada y hacer una petición que lleve a la escucha y diálogo.

2. Empatía y reconocimiento de emociones

Para crear un entorno seguro en el que se pueda expresar sinceramente lo que nos pasa es importante la empatía, pues nos permitirá comprender tanto mis emociones, como la de los demás.

Podemos hacernos dos preguntas, cómo y por qué se siente así, esto nos ayudará a ver lo humano en el otro, y a partir de ese reconocimiento emocional reconstruir la confianza y avanzar hacia una solución. 

«Saber qué estoy sintiendo y cómo tramitar mi emoción».

– Lyda Molina

3. Creatividad

En este punto, donde se ha llegado a un acuerdo gracias a la escucha activa, la comunicación no violenta y la empatía, es momento de buscar una solución creativa que busque transformar el problema de raíz y no superficialmente.

¿A qué me refiero con una solución creativa? Bueno, si dos niños pelean porque uno no le quiere prestar los colores al otro, la solución que pensaríamos es hacer que se los compartan, le diríamos a uno que no fuera envidioso, y al otro que debe cuidarlos porque no son de él.

Podemos pensar que el problema fue solucionado y momentáneamente puede ser así, pero en lo profundo del conflicto los niños se fueron resentidos. Esa no sería una solución creativa.


Una solución creativa surge de las partes implicadas en el conflicto, no de un externo. Viene después de expresar las inconformidades y tiene como principal propósito generar un cambio de mentalidad, no solo de actitud.

¿Qué hacemos en Otra Escuela para transformar los conflictos?

En Otra Escuela utilizamos procesos formativos diferentes y creativos. A través del arte y del juego educamos sobre culturas de paz creando espacios de confianza en cada proceso formativo. Como lo explica Lyda Molina, “todos los juegos tienen un sentido… No son juegos competitivos, son juegos colaborativos”.

Este método trabaja de manera preventiva, construyendo desde antes las capacidades necesarias para transformar los conflictos cuando se presenten, en lugar de sólo reaccionar a ellos.

A partir de la dimensión socio afectividad, reconocemos la importancia de las emociones dentro de un conflicto y cómo el hablar desde el “yo” nos hace responsables de nuestras acciones y nos lleva a una actitud genuina para transformarlo. El eje socio afectivo implica trabajar tanto los lazos sociales como la gestión de emociones, creando un entorno donde la vulnerabilidad no es vista como debilidad.

La transformación de conflictos para la construcción de culturas de paz es una carrera de paciencia, pero que a largo plazo es capaz no sólo de disminuir la violencia, sino de cambiar vidas. 

“Es un proceso largo, pero nosotros creemos que vamos como el elefante, lento pero aplastante. Vamos creando conciencia, un cambio de mentalidad, generando empatía y cuidado por el otro. Es largo, pero se ven los cambios a futuro y transformamos una cultura de violencia, en una cultura de paz” (Lyda Molina)

¿Qué otra herramienta crees que es importante al transformar un conflicto? ¿Cómo sueles abordar los problemas en la cotidianidad?

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