En agosto, un grupo de mujeres del Caquetá presentó en Bogotá, Ibagué y Neiva una obra de teatro sobre su propia vida: la búsqueda de familiares desaparecidos. «Buscadoras de paz» nació hace tres años cuando estas mujeres se reunieron para contar una experiencia que comparten miles de colombianas y que suele vivirse en silencio.

¿Cómo enfrentar el dolor de perder a alguien qué amas, sin conocer dónde está, si está bien, o si sigue vivo?

La obra narra el dolor de una problemática que muchas mujeres enfrentan a diario en Colombia: la desaparición forzada de sus seres queridos. Pero a diferencia del teatro tradicional, el público no solo observa. En el teatro foro, los espectadores pueden intervenir, proponer soluciones y cambiar el rumbo de la historia.

El inicio de un colectivo

Todo comenzó en el 2022, cuando gracias a un proyecto de la Agencia de Cooperación Alemana se reunieron diferentes mujeres del Caquetá que estaban buscando a sus familiares desaparecidos. A través de talleres de teatro, estas mujeres —la mayoría sin experiencia escénica previa— aprendieron a representar su propia historia: la búsqueda de justicia ante la desaparición forzada de sus familiares.

Ángela Sánchez directora de la obra Buscadoras de paz, que surgió de este encuentro, expresa cómo esta iniciativa que inició hace 3 años generó una conexión entre las participantes llevándolas a crear la Asociación de Mujeres Buscadoras, donde se apoyan en la búsqueda de justicia y no repetición.

El proceso de creación

Durante el proceso de creación usaron el teatro de los oprimidos, una metodología que permite a las personas representar y transformar sus propias realidades. A través de la improvisación y el diálogo, las mujeres construyeron escenas basadas en lo que han vivido: el silencio del Estado, la indiferencia de sus comunidades y, en algunos casos, la falta de apoyo de sus propias familias.

Obra de teatro - Mujeres buscadoras

Para muchas mujeres esta era su primera vez haciendo teatro y contando sus experiencias en voz alta, pero a pesar del dolor que surgió en el proceso, encontraron entre ellas un apoyo genuino y fortalecedor, como lo expresa Sánchez, “para mí fue muy impresionante verlas muy fuertes en el proceso, ellas llevan mucho tiempo buscando a sus familiares, ya tienen cierta calma, tienen muchas herramienta”.

Compartir el dolor de la pérdida

En agosto de este año, con el apoyo del Ministerio de Cultura, las mujeres llevaron “Buscadoras de paz” a 3 ciudades: Neiva, Ibagué y Bogotá.

La obra  relata la historia de una mujer que pierde a su hijo y que en medio de su búsqueda se enfrenta al miedo, al silencio, la soledad y la impotencia de no recibir apoyo. Muestra la valentía de una madre que es capaz de hablar, incluso, con los actores armados detrás de la desaparición de su hijo. «Te buscaré hasta encontrarte», dice el lema de la asociación que crearon.

Al ver esta historia en escena, es imposible no sentir la angustia y tristeza que muchas madres, hermanas, hijas y seres queridos han tenido que transitar ante la desaparición de un familiar.

Es la oportunidad de conectar con sus emociones y de sentir cercano un problema que muchas veces solo se ve en las noticias y se cree ajeno, pero que en realidad nos toca a todos. Como lo menciona Sánchez “ellas sienten que la obra les permite encontrar un espacio de esperanza, de visibilización, porque creo que uno de los mayores dolores que ellas sufren es sentirse que a nadie le importa, sentir que su caso está olvidado”.

Pero lo que hace única esta experiencia es la interacción que puede tener el público con la obra. A través del teatro foro se generan diálogos que nos hacen pensar y construir, como público, posibles alternativas o soluciones que cambien de alguna manera el desenlace de la historia. Al finalizar la presentación surgieron temas como el papel de los hombres en la búsqueda, el miedo a denunciar, y la necesidad de que las comunidades apoyen a las familias afectadas.

Ese es el poder del teatro de los oprimidos, como lo dice Sánchez, “nos interpela de otra manera, diferente al diálogo habitual, establece un puente de empatía porque tú ves la obra y lo que haces es que sientes y esa experiencia transforma la mirada, ya no eres ajena”.

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