¿Cómo nos estamos cuidando? ¿Cómo cuidamos al otro? ¿El cuidado solo les corresponde a ciertas personas?
Las cartillas ‘Cuidar para transformar’, desarrolladas por Otra Escuela con el apoyo de Broederlijk Delen, proponen una visión del cuidado que va más allá de las situaciones de crisis. Su enfoque del ‘cuidado relacional’ plantea cuatro dimensiones interconectadas que podrían transformar la manera en que abordamos los conflictos comunitarios.
La sociedad ve el cuidado como un remedio que debe usarse cuando existe alguna crisis, sea una enfermedad, una situación de conflicto o de violencia, pero ¿qué pasaría si viéramos el cuidado más allá de una simple medida de emergencia cuando ya se está en un momento difícil?
El cuidado relacional es un conjunto de prácticas que buscan un bienestar no solo a nivel personal, sino también comunitario; es un proceso transformador que se debe aplicar en cada aspecto de la vida cotidiana.

Es a través del cuidado que se mantiene la vida; todos somos vulnerables y por eso todos necesitamos desarrollar hábitos, valores y actitudes que permitan fortalecer y mejorar la relación con nosotros mismos, con los otros y con el entorno.
La propuesta identifica cuatro tipos de cuidado interrelacionados: cuidado de sí, cuidado de la otra, cuidado colectivo y cuidado del territorio.
Cuidado de sí
En el cuidado propio se reconoce la importancia de conocernos a nosotros mismos, de hacer reflexiones y preguntas sobre nuestras necesidades e implementar estrategias creativas que permitan mejorar la relación con nosotros y el entorno.
Porque a pesar de que el cuidado de sí tiene que ver con el bienestar propio no está desligado del grupo o comunidad al que pertenecemos. Si estamos bien en lo “privado”, podremos beneficiar en lo “público” las redes que se tejen a nuestro alrededor.
Cuidado de la otra
Todos estamos en comunidad, hacemos parte de una red de relaciones que están en continuo movimiento y cambio. Donde se encuentran entre sí diferentes pensamientos, acciones y sentires.
Este tipo de cuidado reconoce las diferencias entre personas y busca construir bienestar mutuo. Su objetivo es «afianzar vínculos de confianza que aporten a construir vida en común y proyectos conjuntos”.
Cuidado colectivo
El cuidado colectivo fortalece los demás cuidados. Como seres humanos habitamos y compartimos espacio, convivimos con los demás. Pero esto no significa que nos estemos relacionando correctamente como grupo o colectivo.

«Afianzar vínculos de confianza que aporten a construir vida en común y proyectos conjuntos”.
Para esto existen dinámicas construidas con tiempo y trabajo conjunto, teniendo como base no solo la confianza, sino también la solidaridad y el deseo cotidiano de transformar positivamente la realidad de todos, es la búsqueda continua de un bien común.
Cuidado del territorio
Si el cuidado lo definimos como base para el desarrollo de la vida, sería imposible excluirlo del territorio. Ya que es en este escenario social donde podemos desarrollar el cuidado hacia nosotros mismos, hacia los otros y en colectivo. En el territorio cohabitamos con seres vivos que reflejan cómo aplicamos los otros tipos de cuidado. Cuidar el territorio significa también cuidarnos mutuamente, porque «somos reflejo de nuestro entorno y el entorno es reflejo de nosotras».
Una herramienta para la construcción de paz
Si entendemos y aplicamos el cuidado relacional en cada una de sus dimensiones a nuestra cotidianidad y en las actitudes que tenemos hacia nosotras, el otro y el territorio, seremos capaces de tener una herramienta para abordar los conflictos presentes en nuestra sociedad, preguntándonos ¿Cómo puedo cuidarme y cuidar del otro en esta situación?
La cultura del cuidado es un constante caminar que transforma la vida, en el que debemos reconocer nuestras necesidades y cuestionarnos creencias como “yo puedo sola” o “evitar es cuidar”, para así realizar acciones reales y constantes en pro de un bienestar propio, colectivo y relacional.
¿Qué mitos has creído sobre lo que es el cuidado?